Regina y la crisis

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Viernes y la Regina llegó como siempre: lista para ayudar en las tareas de limpieza, dejando entrever zonas del cuerpo que provocan un cambio de dirección en los destinos del flujo sanguíneo.

Un vecino que la veía caminar hacia la casa me hablaba de lo divertido que sería dormir con una mujer extraña. Le expliqué que no era tan divertido. A diario duermo con una mujer extraña. “¿Sí? ¿A poco cambias a diario de mujer?” “No, para nada. Es la misma mujer. Sólo que es extraña”.

“¿Cómo está, Don?” “Muy bien, Regina. Le robaron la tarjeta de crédito a mi esposa”. “¿Ya la reportó?” “Aún no. El ladrón está gastando menos que mi esposa, así que por ahora no la reportaré. Lástima que sólo se llevó una”.

“Así es esto de la crisis, Don. La gente responsable cuida hasta el dinero ajeno. Aunque el otro día, un político decía que esto de la crisis es puro mito. Que se realizaron estudios en la Universidad de no sé dónde y que sólo se identificaron 6 personas que están experimentando una verdadera crisis”. “¿Y dijo quiénes son esas seis?” “Sí. Yo, tú, el, nosotros, ustedes y ellas”.

“Qué mal chiste, Regina”. “Eso pensamos, pero había ofrecido de cenar a los que estábamos ahí y pues ni modo, nos tuvimos que reír. Desde que me acuerdo, son de esos políticos que pasan por el pueblo durante las campañas y prometen que todo mejorará, pero la verdad, seguimos igual o más pobres que cuando era niña”.

“Regina, los políticos saben que la gente les pide algo a cambio de nada. Ellos simplemente nos dan nada, a cambio de algo”.

“No entendí, Don. Por cierto, lo escuché en la radio el otro día. ¿Por qué no habla como escribe, Don?”. “Cuando hablamos, nos divertimos. Sólo cuando escribimos, razonamos”.

Y así me despedí de la Regina.